6/9/09

Agosto 2009 - Dia 2


Hola de nuevo, queridos seguidores marmotiles.

Nos levantamos el segundo día en el cámping de Miranda dispuestos a no rendirnos ante la adversidad y hacer lo que habíamos ido a hacer: piragüear por el río Duero. Habiendo decidido que no íbamos a comprar otra tienda ya que el tiempo era más que tórrido como para poder dormir fuera con el saco, nos dirigimos a la Playa del Rostro, cerca de Adeadávila de la Ribera, en donde está el embarcadero para alquilar las piraguas. Para quien le interese, el servicio de la empresa de alquiler es de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00, lo que nos resultaba extraño, ya que por la mañana sólo se pueden alquilar las piraguas tres horas, y si quieres continuar a la tarde, ya hay que pagar el día entero. El precio por la media jornada es de 24 € por persona, no por piragua, y además, sólo tienen tres piraguas individuales. No nos quisieron alquilar las tres, porque según la dueña, si viene alguien sólo, ya no puede sacar tajada.
En fin, que después de otra hora y pico por esas carreteritas llenas de curvas, llegamos al la Playa del Rostro y pillamos las piraguas,
con mejor humor ya que por fin íbamos a poder mover nuestros roedores cuerpos.

El paseo de cuatro horas por el río merece la pena. El paisaje es precioso. El cauce discurre encajonado por montes y no se ve ni el menor rastro de civilización, al menos en la zona en la que estuvimos. Uno puede ir haciendo paradas en pequeñas playas o en rocas que emergen en mitad del río.


Como véis, las piraguas no eran precisamente de competición, vamos, que aquello no hay quien lo hunda, pero para un profano como el menda era más que suficiente...




Después de esta primera experiencia naútica del Komando Marmota al completo, y con un par de ampollas en las manos por la falta de costumbre, decidimos que ni cámping ni leches, que aquel sitio era bien bonito para pasar la noche, así que dispusimos todo para la cena y disfrutar del cielo estrellado. Andábamos por la cuarta cerveza cuando del monte que teníamos enfrente empezó a salir un poco de humo. Sabíamos que la semana anterior había habido un pequeño incendio, así que en cuanto vimos que aparte de humo había llama, decidimos llamar raudos al 112. Lo malo es que en donde estábamos no había cobertura, así que tuvimos que recoger corriendo para agarrar el coche y poder subir hasta que el móvil nos diera señal. Así lo hicimos, y Fer, por aquello de la afinidad laboral fue el encargado de hacer el aviso. En diez minutos los servicios del parque estaban avisados y la zona localizada, así que henchidos de orgullo por nuestra buena labor cívica, nos bajamos de nuevo a la playa con la esperanza de asistir al apagado del fuego por parte de un helicóptero.

Aquí el Fer vigilando el fuego, y Javi a lo suyo, no sea que se seque la garganta...



Al rato vimos una sirena que se acercaba carretera abajo. Era una patrulla de la Guardia Civil. Ante nuestra sorpresa, y sin ni tan siquiera bajarse del coche, vimos cómo la patrulla se acercaba, paraba, daba la vuelta y se iba. Tratamos en vano de hacerles señas, pero nada. La verdad es que el fuego era muy pequeño, en ese momento no había ni llama, estaba oscureciendo y el humo apenas se veía, pero leche, es un parque natural y era una zona que se quemó hacía sólo unos días, y con las altas temperaturasque había toda precaución es poca.
Así que nos quedamos con cara de haba, sin cobertura y esperando que ahora no nos pusieran una multa por hacer un aviso falso...

Por suerte, el fuego se apagó sólo, pero se nos quedó la sensación de que si bien el servicio 112 funcionó a la perfección, aquella pareja de verde podía haberse tomado el tema más en serio, y aunque no pasó nada, sí pudo haber pasado.

Pero como buenas marmotas que somos, decidimos pernoctar allí, ahora con la misión de vigilar que el fuego no se espabilase de nuevo y quemara el entorno tan hermoso que nos rodeaba.
Así pues, esa noche decidí dormir en la playa, con un tremendo cielo estrellado sobre mi, y el rumor de las aguas del Duero arrullándome.

A la izquierda de la imagen, podéis ver la zona que se había quemado...



Al día siguiente nos dirigiríamos al lago de Sanabría, pero eso es otra historia...